La comunicación de crisis
Es netamente un tipo de comunicación reactiva (Noguera, 2005). Se trata de una comunicación que no parte naturalmente del gobierno, sino que este se ve forzado a responder ante una situación planteada por el contexto. La noción básica de crisis supone una situación no habitual, previsible o no que requiere de atención inmediata y de la elaboración de un esquema de solución comunicacional y que no se resuelve a través de procedimientos de rutina (Harvard Business Press, 2008; Ruiz Balza & Coppola, 2011).
Ante una situación de esta naturaleza se busca lograr un
manejo estratégico de la información y de las comunicaciones para evitar que
amenace y/o lesione la imagen y los atributos de la institución o a la persona
a cargo (Harvard Business School, 2008; Ruiz Balza y Coppola, 2011).
Supone también de requerimientos de un equipo experimentado, creativo y bien informado de las expectativas de los destinatarios.
La comunicación de riesgo
En cambio, es proactiva. Supone una política pública planificada,
pautada estratégicamente y permeable a todos los estratos de la sociedad.
Esta política permite a los ciudadanos anticiparse a situaciones de catástrofes naturales. Fontana y Maurizi explican con gran claridad las características de este tipo de comunicación. Los autores sostienen que “la gestión del riesgo de desastres es un paradigma que viene tomando fuerza desde la década de los 90, especialmente cuando los principales organismos internacionales pusieron en el centro de atención de los jefes de Estado del mundo el tema de la reducción de riesgos de desastres...” (Fontana & Maurizi, 2014, p. 9).
Con este ejercicio de comunicación, al brindarles
anticipadamente indicaciones sobre qué hacer en caso de terremoto,
inundaciones, incendio o incluso epidemias, un gobierno puede reducir la
incertidumbre de las personas afectadas por catástrofes. Si esta política
preventiva se acompaña con una gestión concreta de la emergencia, el ciudadano
sabrá qué hacer y sentirá todo el apoyo de las autoridades en esa situación de
impotencia ante un desastre natural.
Poco a poco la comunicación ciudadana se va sumando a la
comunicación gubernamental tradicional, entendida como aquella comunicación
emitida exclusivamente por el Poder Ejecutivo, haciendo que el futuro de la
comunicación de gobierno deba pensarse de manera más horizontal, participativa
y abierta. En este sentido, Josep Rota llega a hablar de una comunicación
participativa, abierta, democrática, multidireccional, horizontal,
descentralizada e integradora”
Finalmente como conclusión de lo que debe conocerse por comunicación gubernamental, Adriana Amado, insiste en que todavía falta mucho para
entender que en la comunicación de gobierno el protagonista es el ciudadano y
que en segundo lugar deben estar las instituciones, no el partido de gobierno
ni el político que gestiona.
En este sentido, “la voz de la sociedad civil es escuchada
poco por los administradores públicos, y que su enorme energía potencial puesta
al servicio de la solución de los problemas que la afectan, la cual constituye
gran parte de la razón de ser del gobierno, es desperdiciada”
En los últimos años, la comunicación gubernamental cambió
mucho y se destacan algunas ventajas, por ejemplo, con el hecho de que todos los
gobernantes comprenden que la comunicación ya es parte de la gestión política y
merece un tratamiento especial. Entre las desventajas está que los gobernantes
asocian esa comunicación gubernamental a la comunicación electoral que les
permitió asumir el cargo que ejercen. Esto les impide despegarse de los
objetivos de imagen y legitimación personal en lugar de dedicarse a rendir
cuentas como parte de su compromiso con una gestión transparente (Amado, 2014).
Es bueno afirmar también que, la comunicación de un gobierno dictatorial no supone "comunicación sino información": es decir, es propaganda.
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